6ta Feria Tijuana en la historia con MILK!

Se siente un aire diferente en la ciudad, el humo y los problemas ya no pesan tanto, la cuesta ideológica y la carga llena de matices de orden social y político que lleva el tijuanense …hoy se aligeran, se ve distante la supresión de los cantos de alegría y de las tardes soleadas donde pasaban desapercibidas las cosas bellas de la vida.

La explanada nos envuelve con su velo maternal, cultural y majestuoso pareciera indiscutiblemente que nos proporcionaran arraigo las obras expuestas en sus brazos, las piedras pierden el color opaco que las distinguian para sustituirlo por un reflejo, la luz que brinda la sonrisa del niño, los recuerdos del grande y el bagaje del viejo, de forma sublime nos dejamos acariciar por las formas y colores de una Tijuana de antaño y el hogar de hoy.

Los pájaros se posan en las alas del recinto, los ojos del espectador se logran percatar de todo, no funciona el esquivar la presencia del mito presente, no se logra dejar de irradiar pasión, orgullo.
Mientras me alejo, extasiada por el lujoso banquete de entradas, de platos de historia y postres de un sin fin de actividades, me encuentro en medio de una llamarada de regocijo y satisfacción, de una bola de nieve, me encuentro en el proceso de emprender el viaje hacia la ciudad que me vio nacer, a la que cobijo a nuestros padres, a la que sacudió órbitas por su excepcional calor humano. Sus paseos turísticos, su crónica que pide cada vez más de forma aplastante ayuda por parte de los que la habitan para conquistar una recreación anhelada dentro de una sociedad que exige, y que no exige silenciosamente.

Me calmo en medio del frenesí y vuelvo a percibir los olores, ahora son distintos, ya no solían parecerme así, es que la cultura patrimonial que deja esta ciudad pareciera que se colara dentro de la espina dorsal, para encaminarme a sus calles llenas de fuerza y gracia.
Vuelvo, y veo a una niña admirando la caótica belleza, la soberbia perfección, la atractiva dignidad de su ciudad, agarra a su abuela de la mano y la trata de convencer para que sigan caminando un poco más, en medio de los laberintos de anécdotas, memorias y biografías. La abuela hace un esfuerzo más, un impulso es todo lo que necesita para sembrarle arraigo a una pequeña que carga con ella más que mera curiosidad.

Camino un poco más y cada vez me lleno de sucesos que me alteran el ánimo y admiración, pareciera que el estar aquí, más reunida que nunca con mi ciudad me liga con mi pasado y mi historia personal. Las identidades que se aferran, los abrazos que dejan, las miradas profundas de los espectadores que formulan pretensiones de identificación. Los niños ríen y los adultos reúnen métodos de discernimiento entre la ciudad de hoy y la del ayer, y plenamente puedo decir que no faltan manifestaciones de lo maravilloso y lo espléndido. Siento que estoy cada vez más cerca de conocer la realidad de mi urbe mientras atenta escucho la música regional, las cuerdas de las guitarras que desencadenan piezas que fulminan el ambiente con un velo romántico, majestuoso…oigo un poco más, las palabras del joven inquieto, las palpitaciones de el que se mueve en el aire sobre una tabla que pareciese hacer magia, los papeles que dicen más que discursos, que gritan arraigo y entrega.

Hace viento, el sombrero que llevo a deseado abandonar su lugar un par de veces, el polvo penetra en mis ojos, pero no dejo de ver claro, la localidad me ha inundado de nostalgia por haber perdido tanto tiempo en no saber lo que representaba y la riqueza en su gente. Los humildes minutos no dejan de recordarme aquel día en el que fuí por primera vez a una feria en la historia de mi ciudad, de aquella morada que participa en mi trascender y en el de toda una nación, de esa, sí: alocada, fulminante, radiante, generosa, y llena de contrastes y oportunidades, mi querida TIJUANA.

Terry Escobar

28/03/10